martes, 22 de diciembre de 2009

 

CUANDO FRANCISCO DE ASÍS ARMÓ EL BELÉN

Cuenta Tomás de Celano, que el pobrecillo de Asís, en la navidad de 1223, cerca de Greccio, tuvo el deseo de «celebrar la memoria del niño que nació en Belén», por lo que dispuso que se preparara una representación. La gente invitada llegó ante la escenificación y contemplaron «el nuevo misterio»; los hermanos cantaban las alabanzas del Señor y toda la noche transcurrió entre cantos de alegría. Esta idea brotó con la única pretensión de ver y hacer ver a sus hermanos, con ojos de niño, el acontecimiento feliz de la salvación.

Podemos decir que en aquel «Belén», Francisco de Asís mostró la ternura de Dios, como ningún teólogo lo había hecho. San Francisco, aquella noche, nos devolvió la sensibilidad ante el Nacimiento de Dios-Hijo.

Dos mil años después todavía lo seguimos recordando y celebrando en todo el mundo. Lamentablemente ha sido secularizado por Papá Noel, y ha entrado en el mercado con los regalos; sin embargo, nadie ha conseguido todavía destruir el espíritu de la Navidad, que contemplamos cada vez que vemos un Nacimiento, y que hemos recibido de Francisco. Vemos en el pesebre a un Niño, a Jesús. La salvación, el Rey de Reyes que se hace pequeño por nosotros.

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