viernes, 4 de diciembre de 2009
LOS FRANCISCANOS Y EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
La proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción tuvo lugar el 8 de diciembre de 1854. Algunos de los que colaboraron a lo largo de los siglos fueron franciscanos: San Antonio de Padua, Duns Escoto...
Su origen se encuentra en el afecto y la devoción de Francisco de Asís que, como sabemos, renunció a su padre biológico y descubrió el valor y el significado profundo de su Padre Dios. Del mismo modo, en María, que Jesús crucificado entregó a Juan como madre, Francisco descubre la maternidad para con todos los redimidos. Para él, María es madre sobre todo porque ha hecho hermano nuestro al Señor. Por eso, la invoca como Reina del Cielo y quiere que sea la abogada de su fraternidad, para que a lo largo de los siglos sus hermanos hallen en ella refugio y protección en las dificultades.
Este amor filial es el que sus hermanos de entonces y de siempre han procurado imitar en su vida, y han tratado de difundirlo en el pueblo y en la Iglesia.
En el Capítulo general de Pisa en 1263, se determinó que se celebrase en toda la Orden la fiesta de la Inmaculada Concepción de María. Esta fiesta fue adoptada oficialmente por Roma, con misa y oficio litúrgico propios, por un Papa franciscano conventual, Sixto IV. El 8 de diciembre de 1854, supuso la aceptación definitiva de la tesis franciscana por parte del Magisterio.
Ahora nos toca a nosotros continuar la obra de Nuestro Padre: sembrar esta verdad en los corazones de todos los hombres y preocuparnos por su crecimiento espiritual; haciendo oración para que reine la armonía y la paz en el mundo, y que todas las personas nos encontremos con el Señor en el día a día.
Su origen se encuentra en el afecto y la devoción de Francisco de Asís que, como sabemos, renunció a su padre biológico y descubrió el valor y el significado profundo de su Padre Dios. Del mismo modo, en María, que Jesús crucificado entregó a Juan como madre, Francisco descubre la maternidad para con todos los redimidos. Para él, María es madre sobre todo porque ha hecho hermano nuestro al Señor. Por eso, la invoca como Reina del Cielo y quiere que sea la abogada de su fraternidad, para que a lo largo de los siglos sus hermanos hallen en ella refugio y protección en las dificultades.
Este amor filial es el que sus hermanos de entonces y de siempre han procurado imitar en su vida, y han tratado de difundirlo en el pueblo y en la Iglesia.
En el Capítulo general de Pisa en 1263, se determinó que se celebrase en toda la Orden la fiesta de la Inmaculada Concepción de María. Esta fiesta fue adoptada oficialmente por Roma, con misa y oficio litúrgico propios, por un Papa franciscano conventual, Sixto IV. El 8 de diciembre de 1854, supuso la aceptación definitiva de la tesis franciscana por parte del Magisterio.
Ahora nos toca a nosotros continuar la obra de Nuestro Padre: sembrar esta verdad en los corazones de todos los hombres y preocuparnos por su crecimiento espiritual; haciendo oración para que reine la armonía y la paz en el mundo, y que todas las personas nos encontremos con el Señor en el día a día.
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