martes, 20 de abril de 2010

 

LA CRISIS QUE SUFRE LA IGLESIA

En estos días estamos viendo a nuestra madre la Iglesia, y al Papa en especial, humillada, despreciada, perseguida...No podemos ocultar el grave pecado y el mal horrendo que algunos de sus hijos han cometido, traicionando la confianza del Señor y de su Pueblo santo. Pero el mal, presente dentro de la Iglesia, no es más fuerte que el bien, como algunos quieren hacernos creer.

Los ataques que está recibiendo nuestra Iglesia no parece que busquen únicamente esclarecer la verdad de lo ocurrido, sino otros fines… ¿No será que la tradición de la Iglesia y su experiencia secular, el magisterio del Papa Benedicto, el testimonio precioso de entrega y de servicio humilde de tantos religiosos, sacerdotes y laicos, la defensa valiente de la cultura de la vida, la promoción de la justicia o el estilo de vida alternativo de muchos creyentes resultan demasiado incómodos, molestos, incluso insoportables para algunos sectores de nuestra sociedad?

El Espíritu de Dios está actuando a pesar de todo y especialmente en estos momentos realmente difíciles. Y sabrá suscitar, con nuestra disponibilidad y con la santidad de nuestra vida, un bien más grande, una abundancia de gracia y de novedad también en este momento crucial de nuestra historia.

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