domingo, 4 de abril de 2010

 

SALUDO DE NUESTRO SEÑOR EN EL DÍA DE SU RESURRECCIÓN

Yo soy vuestro abogado que ha tomado vuestra causa como propia. Yo soy vuestro valedor que ha venido a pagar vuestras deudas. Yo soy vuestro Señor que con mi sangre os he rescatado, no para abandonaros después, sino para enriqueceros habiendo pagado un gran precio.

Buscadme, pues, y felices de vosotros aunque cometáis errores y faltas ya que derramé toda mi sangre para ponerme como mediador de paz entre Dios y los hombres y recabar de Él vuestro perdón. ¿Qué temes? ¿Por qué desconfías? ¿Por qué rechazas al que bajó del cielo para buscarte?

Si por vuestra debilidad sucumbís en vuestras luchas, corred con fortaleza fijando los ojos en mí, que en vez de disfrutar del gozo que se me proponía, soporté la Cruz. ¿Cómo os negaré a los que me buscáis para honrarme, pues salí al camino a los que me buscaban para maltrarme? No volví la cara a quien me la golpeaba, ¿y apartaré mi rostro de quien me busca para adorarme? ¿Cuándo abandonaré a quien ha buscado mi ayuda si yo ando buscando incluso al que no me quiere?

JHS

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