sábado, 16 de abril de 2016
Jornada de formación en Santa Catalina
LAUDATO SI
La responsable de formación, Mavi, ha realizado la jornada de formación de la zona cartaginense en Santa Catalina (Murcia) con asistencia de hermanos de las fraternidades.
El tema propuesto para ésta jornada era la Encíclica del Papa
LAUDATO SI
Laudato sii oh mi signore
Estuvo presente después de sus periplos por Portugal el Asistente de la Zona P. Francisco Oliver, ofm.
Se realizaron talleres y como es habitual el almuerzo de hermandad.
Los hermanos han participado y han mostrado un gran interés, como viene siendo habitual.
Laudato si', mi' Signore - Alabado seas, mi Señor
La responsable de formación, Mavi, ha realizado la jornada de formación de la zona cartaginense en Santa Catalina (Murcia) con asistencia de hermanos de las fraternidades.
El tema propuesto para ésta jornada era la Encíclica del Papa
LAUDATO SI
Laudato sii oh mi signore
Estuvo presente después de sus periplos por Portugal el Asistente de la Zona P. Francisco Oliver, ofm.
Se realizaron talleres y como es habitual el almuerzo de hermandad.
Los hermanos han participado y han mostrado un gran interés, como viene siendo habitual.
Laudato si', mi' Signore - Alabado seas, mi Señor
. «Laudato si', mi' Signore» - «Alabado seas, mi Señor»,
cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra
casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia,
y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce
diversos frutos con coloridas flores y hierba» (Cántico de las criaturas).
El Papa Francisco nos dice: No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo
bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el
momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo
por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral,
vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que
estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son
cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y
hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su
entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía
con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la
naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables
la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso
con la sociedad y la paz interior.
Su testimonio nos muestra también
que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el
lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de
lo humano. Así como sucede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que
él miraba el sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar,
incorporando en su alabanza a las demás criaturas. Él entraba en comunicación
con todo lo creado, y hasta predicaba a las flores «invitándolas a alabar al
Señor, como si
gozaran del don de la razón».
San
Buenaventura decía de él que, «lleno de la mayor ternura al considerar el
origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más
despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas» (LM 8,6). Esta
convicción no puede ser despreciada como un romanticismo irracional, porque
tiene consecuencias en las opciones que determinan nuestro comportamiento. Si
nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la
maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en
nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del
consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus
intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo
que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo. La pobreza y
la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino
algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y
de dominio.
Por otra parte, san Francisco, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad: «A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor» (Sab 13,5), y «su eterna potencia y divinidad se hacen visibles para la inteligencia a través de sus obras desde la creación del mundo» (Rom 1,20). Por eso, él pedía que en el convento siempre se dejara una parte del huerto sin cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera que quienes las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta belleza (cf. 2Cel 165). El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza.
Por otra parte, san Francisco, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad: «A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor» (Sab 13,5), y «su eterna potencia y divinidad se hacen visibles para la inteligencia a través de sus obras desde la creación del mundo» (Rom 1,20). Por eso, él pedía que en el convento siempre se dejara una parte del huerto sin cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera que quienes las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta belleza (cf. 2Cel 165). El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza.
Los
relatos de la creación en el libro del Génesis contienen, en su lenguaje
simbólico y narrativo, profundas enseñanzas sobre la existencia humana y su
realidad histórica.
Decía
san Buenaventura que, por la reconciliación universal con todas las criaturas,
de algún modo Francisco retornaba al estado de inocencia primitiva (LM 8,1).
Lejos de ese modelo, hoy el pecado se manifiesta con toda su fuerza de destrucción
en las guerras, las diversas formas de violencia y maltrato, el abandono de los
más frágiles, los ataques a la naturaleza.
Cuando
tomamos conciencia del
reflejo de Dios que hay en todo lo que existe, el corazón experimenta el deseo
de adorar al Señor por todas sus criaturas y junto con ellas, como se expresa
en el precioso himno de san Francisco de Asís:
(Cántico de las Criaturas).
PARA TERMINAR RECORDAR:
Los días 13, 14 y 15 de mayo la ESEF , Escuela Superior de
Estudios Franciscanos impartira unas jornadas sobre la Laudato Sí. En el Pardo.
Para entender bajo
la perspectiva franciscana.
Para asistir puedes contactar al teléfono 913 762 012.
Inscripciones hasta el 5 de
mayo
EN NOMBRE DE MAVI: GRACIAS POR VUESTRA ASISTENCIA.
Fotos tomadas del WhatsApp
PAZ Y BIEN
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