jueves, 18 de mayo de 2017
Tienes que conocer al hermano Ricardo
Acto de Noviciado de
Ricardo Díez de Ulzurrun López
Fraternidad de alicante
25 de marzo de 2017
TESTIMONIO
Yo estudié en un colegio de la Salle y más
tarde la carrera en el CEU. Y aunque tuve una buena formación católica durante
bastantes años de mi vida, tanto en colegios y universidades, como de mi propia
familia (incluso en algún momento de mi infancia me plantee ser sacerdote), mi
vida me alejó de Dios. Bueno, más que mi vida, yo me alejé de Dios.
Hace unos años, volví a recuperar de forma
tenue mi fe y comencé a rezar más o menos a diario. Pero no fue hasta que
sucedió la tragedia de mi vida, cuando redescubrí que Dios siempre ha tenido
sus brazos abiertos hacia mí y que yo sólo tenía que aceptarle y dejarle
ayudarme. Que en Él encontraría todo el sentido a mi vida, por mucho que me
sucedan las peores tragedias.
Hace poco más de un año, mi esposa
falleció de forma inesperada. Yo caí en el peor de los abismos, mi vida dejó de
tener sentido. Fueron unos primeros meses de oscuridad absoluta, no podía
entender nada, no había ya nada en la vida que me atase a seguir adelante, la
soledad y el miedo se apoderaban de mí.
En ese momento no supe cómo sucedió, pero
ahora sé que fue la mano del Señor, la que me guió a la página web de la
Custodia de Tierra Santa y vi un viaje de Ejercicios Espirituales a Tierra
Santa. ¡Yo haciendo ejercicios espirituales, si no había ido a misa desde hacía
30 años! ¡Y en Tierra Santa que lo que menos me apetecía era viajar, sólo y sin
conocer a nadie!
Hablé por email con Fray Luis, custodio de
Tierra Santa en Madrid, y le conté mi situación. Él me dijo que él creía que
era un poco fuerte para mi hacer el viaje de ejercicios espirituales si no
había hecho nunca unos, que esperase a otro viaje más adelante de
peregrinación. Pero yo insistí y acabé apuntándome.
Mi conocimiento de San Francisco de Asís y
de los Franciscanos era bastante escaso, por no decir nulo, pero desde ese
momento comencé a leer algo para saber con quién me iba a ir de viaje.
Cuando llegué al aeropuerto vi un grupo de
monjas (luego supe que eran Clarisas), un fraile (Fray Luis) y un cura
diocesano, junto con unos cuantos laicos. Yo pensé: ¡Dónde te has metido, no
vas a ser capaz de estar siete días de viaje con estos compañeros! Pero seguí
adelante sin saber muy bien porqué. La verdad es que no me apetecía hacer el
viaje a Tierra Santa y mucho menos con esa compañía que pensaba iba a ser tan
aburrida.
Sin embargo, puedo decir que aquel viaje
supuso un antes y un después en mi vida. Dios se sirvió de este viaje para dar
respuesta a muchos de mis interrogantes, de mi desesperación, de la oscuridad
que estaba viviendo, de las nulas ganas de seguir viviendo que tenía, y para
esto, me puso como compañeros de viaje a discípulos de San Francisco de Asís.
El viaje fue toda una experiencia
espiritual, fue mi autentica conversión, mi descubrimiento de Dios y de su amor
y de la esperanza. Y también, el descubrimiento de que las monjas, los frailes,
los curas y los laicos pueden ser personas muy interesantes y divertidas de
conocer y que se puede aprender mucho de ellos.
Al regresar del viaje decidí reemprender
mi vida, ya tenía algunos motivos por los que seguir viviendo. Tenía que
contestar a algunos interrogantes que me habían surgido durante el viaje, tenía
que conocer de verdad al Señor, su mensaje de amor y esperanza. Tenía que
aprender a ganarme su amor y ganar también su amor para mi esposa, tenía que
tener aprender a tener esperanza y confianza en que algún día estaré junto a Él
y que volveré a estar junto a mi esposa por toda la eternidad.
Comencé a ir al Santuario de la Santa Faz,
que lo custodian las Clarisas, entre ellas dos de las hermanas que habían
compartido el viaje a Tierra Santa conmigo. Dos de esas monjas tan aburridas
que luego han resultado ser uno de los mejores regalos que Dios me ha dado.
¡Y entonces ‘El Señor me dio hermanos’!
Las Clarisas, me acogieron como a un hermano,
me dieron consuelo y amor fraterno, me facilitaron libros y DVDs sobre San
Francisco y Santa Clara, me hablaron de la OFS y me regalaron el librito de la
regla de la OFS y Constituciones Generales, me enseñaron a rezar el Santo
Rosario y la Liturgia de las horas, me metieron en un grupo de oración los
sábados donde hacemos la Lectio Divina del Evangelio del domingo. En fin, me
pusieron en el camino de la fe.
Un día decidí dar el paso y conocer en
persona a aquellos hermanos de la OFS de Alicante de los que me habían hablado
las hermanas Clarisas. Contacté con su ministro, el hermano Andrés y me planté
en mi primera reunión de la Fraternidad. Allí descubrí, y sigo experimentando
todos los días con mis hermanos, el regalo impagable de una vocación en el
seguimiento de Cristo iluminada por el carisma de dos seres tan irrepetibles
como Francisco y Clara.
Quiero dar las gracias a mis hermanos de
la OFS por haberme aceptado en el periodo de aspirantado en la Fraternidad. La
verdad es que estos meses que he podido asistir a las reuniones, a los actos y
encuentros y a la formación, ha sido una experiencia muy enriquecedora tanto a
nivel espiritual como personal, y ha sido un encuentro muy entrañable con un
grupo de personas profundamente creyentes y con vocación franciscana, que me
han acogido como a un hermano más desde el primer momento.
En este año que ha pasado desde mi regreso
de Tierra Santa, muchas veces le he preguntado al Señor: ¿Qué tengo que hacer?
¿Qué es lo que quieres de mí? y he tratado de escucharle, de saber cuál es su
voluntad y cuál es el camino de conversión que ha elegido para mí. Por fin, he
terminado dándome cuenta de que la voluntad de Dios, el camino de conversión y
salvación que ha escogido para mí es el de ser Franciscano Seglar y quién sabe
si algún día me ordenaré Diácono permanente o Sacerdote.
En estos meses que he estado como
aspirante, he sentido el carisma franciscano como la forma más pura y auténtica
de vivir el Evangelio y de seguir a Jesucristo.
He recibido un gran regalo de Dios. Él me
ha elegido para ser Franciscano Seglar y vivir el carisma franciscano en la
sociedad, sintiéndome llamado a seguir a Jesucristo y a hacer del Evangelio el
centro de mi vida siguiendo el ejemplo de san Francisco de Asís.
Él, en el peor momento de mi vida, me puso
delante a los hermanos Franciscanos porque sabía que era lo que yo necesitaba.
El día 25 de marzo del 2017, precisamente
el aniversario del fallecimiento de mi esposa, hice el acto de ni noviciado en
el Santuario de la Santa Faz, rodeado de mi familia: la de sangre (mi madre y
mis hermanos), la espiritual (mis hermanas Clarisas, mis hermanos de la OFS,
mis hermanos en fe feligreses de la Santa Faz, …) y mis amigos.
Ahora, con la ayuda de mis hermanos,
quiero seguir andando por el camino de seguimiento a Jesús tras las huellas de
Francisco y Clara y espero ansiosamente el día que haga mi profesión, que si
Dios quiere será el 25 de marzo del 2019.
Esto va a exigir de mí, vivir bajo un
continuo espíritu de conversión, buscando la persona viviente de Jesucristo en
los hermanos, en las Escrituras, en la Iglesia y en la oración. Dando
testimonio de Cristo, mediante la palabra y sobre todo mediante la vida,
reflejando a Jesús con mis pensamientos, palabras y actos. Teniendo una actitud
de desapego hacia los bienes terrenos, simplificando mis exigencias materiales
y utilizando las ventajas que el Señor me ha concedido, tanto materiales como
intelectuales y espirituales, para ayudar a la construcción de un mundo más
fraterno y evangélico, participando activamente en aquellas iniciativas que
busquen la promoción de la justicia, mostrando una actitud de respeto por todas
las criaturas y apareciendo en la sociedad como portador de paz y mensajero de
la alegría.
Esto es una difícil tarea, pero espero, con
la ayuda del Señor, poder estar a la altura o por lo menos no dejar mal a mis
hermanos Franciscanos.
¡Gracias Señor por el regalo de la
Fraternidad que pusiste en mi vida!
GRACIAS AL HERMANO POR SU TESTIMONIO
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