lunes, 13 de agosto de 2018
“No olvidéis el Amor” San Maximiliano Kolbe.
Con motivo de la celebración de SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE ,
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Hace tres años visite el campo de concentración de Auschiwtz-Birkenau
estuve en la celda donde Kolbe pasó sus últimos días y puedo decir que entre la
emoción y la conmoción y en medio de un mar de muerte donde el mal se palpaba
el bien brillaba y con el gesto de Kolbe pisoteaba al mal traducido en muerte,
miseria, odio, etc. etc.
Dedicado a mis hermanos los cristianos perseguidos
“No olvidéis el Amor” San Maximiliano Kolbe.
os escribe el hermano Manuel López Gómez ,secretario de zona y hermano ministro de la fraternidad O. F. S. Guadix. El consejo de zona os desea un feliz día .
SAN MAXIMILIANO KOLBE
14
DE AGOSTO
Dedicado a mis hermanos los cristianos
perseguidos
“No olvidéis el Amor” San Maximiliano Kolbe.
Con cierta frecuencia; sobre todo
en tiempos luctuosos, de tragedias humanas, epidemias, guerras, se suele
exclamar por parte de muchas personas o a nivel social “¿Dónde está Dios?; si
es todo misericordia, todo amor ¿Por qué permite tanto mal?; hay preguntas de
las que no suele haber respuestas fáciles o incluso es mejor guardar silencio.
Pero ante todo las palabras no pueden llegar a la dimensión que llegan los
hechos; porque “obras son amores y no buenas razones”. Me voy a ceñir a un
Siglo como el XX; siglo de ideologías, de grandes totalitarismos, de grandes
dictaduras, muerte, sufrimiento, miseria y un mal hasta entonces desconocido;
pero también fue un siglo de una luz que brilló e iluminó como nunca ante tanta
tiniebla y me refiero a la luz de la fe y más en concreto de la fe católica y a
unos años como son los años desde 1933 al 1945, los años en los que el Nazismo
estuvo en el poder y a un Franciscano que brilló con luz propia y que el 14 de
agosto la Iglesia católica lo celebra como mártir; me refiero al polaco San Maximiliano Kolbe; su obra, su
testimonio y sus palabras nos interpelan
y animan a los católicos y más en concreto a todos los franciscanos a seguir
siendo esa luz con la que él iluminó; la de Nuestro Señor Jesucristo y a seguir
los pasos que él anduvo los de Francisco de Asís, Kolbe es el mártir de la
caridad y Francisco de Asís es el testigo del Amor.
San Maximiliano Kolbe nace el 7 de Enero del año 1894 en Zdunska-Wola
(Polonia) fue bautizado con el nombre de Raymundo; su padre se llamaba Julio
Kolbe y pertenecía a lo que es actualmente la Orden Franciscana Seglar es decir
a la Venerable Orden Tercera de Penitencia de San Francisco y su madre María
Dabrowska; Maximiliano era el segundo de cinco hermanos y tan sólo con diez
años tuvo una aparición de la Santísima Virgen en el que le ofreció dos coronas
una blanca y la otra roja; la primera simbolizaba la pureza y la otra el
martirio; él acepto sin titubeos las dos coronas a lo que la Virgen le
correspondió con una sonrisa.
En Pascua del 1907 “Raymundo” conoció a los Frailes Franciscanos Menores
conventuales en Pabianice (Polonia) y así con trece años ingresó en el convento
polaco de Luov (Polonia) de la Orden de los Frailes Menores Conventuales. Tras
realizar todos los estudios elementales y de teología se ordena sacerdote el 28 de abril del 1918 en Roma;
previamente en 1907 fundó la asociación mariana “Milicia de María Inmaculada”
junto con un grupo de seis compañeros y el rector del colegio. Toda su vida la
dedicó a la difusión de esta asociación. En el año 1919 vuelve a Polonia y se
unió al histórico movimiento franciscano en defensa de la “Inmaculada
Concepción de María”. Con esa misma finalidad creó la prensa escrita y las
“Ciudades de la Inmaculada” se trataba de centros urbanos ocupados por hermanos, cuya finalidad era
extender la devoción a la Santísima Virgen; a él se debe la primera de estas
ciudades en Niepokalanów (Polonia) en el año 1929, ciudad que en el año 1938
contaba con cerca de 800 religiosos y más de 100 aspirantes.
Dos años más tarde siguiendo la llamada de Pio XI marcha a Japón y en
Nagasaki funda otra “Ciudad de la Inmaculada”. De regreso a Polonia en 1936 el estallido
de la II Guerra Mundial con la invasión de Polonia en Septiembre del 1939 por
los nazis, frustra sus proyectos y en el mismo mes el 19 de septiembre fue
deportado temporalmente al campo de concentración de Amlitz (frontera
germano-polaca); pero el 8 de diciembre del mismo año fue puesto en libertad;
pero el 17 de febrero del 1941 fue detenido y llevado a una prisión de Varsovia
y el 28 de mayo de ese mismo año al campo de concentración de
Auschwitz-Birkenau.
Ya en el campo de concentración se fuga un preso del bloque 14 al que
pertenecía el P. Kolbe; provocando la condena de 16 deportados –era la norma
para disuadir a los presos para no fugarse-; entre ellos no estaba el P. Kolbe
pero éste al oír lamentarse a un preso por dejar huérfanos a sus hijos y
esposa, salió de la fila y se presentó al comandante para cambiarse por “ese
infeliz” a lo que el comandante accedió; a lo que el P. Kolbe pasó al “subterráneo
de la muerte” para morir de inanición, los días que allí estaban, cantaban y
rezaban él consolaba a sus compañeros sabiendo cercana la muerte. Tras unos
días y estando en agonía pero vivo su verdugo le puso una inyección letal a lo
que el Padre Kolbe le sonrió y dijo “Ave María”. Murió el 14 de agosto del
1941 la víspera de la Asunción de la Virgen.
El 17 de octubre del 1971 el beato Pablo VI beatificaba al P. Kolbe y
San Juan Pablo II lo canonizaba el 10 de octubre del 1982 en la ceremonia de su
canonización se proclamó el fragmento del evangelio de San Juan: “No hay mayor amor que el que da la vida
por sus amigos”.
“No olvidéis el Amor”: Fueron de las últimas palabras que el Padre Kolbe
dirigió a sus hermanos en la Orden antes de ser deportado, son palabras que
resuenan aún y con más fuerza a los que
somos hijos de San Francisco y a todos los cristianos.
Manuel
López Gómez O. F. S. Guadix
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